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Reconozco que después de escribir mi primer post me quedé petrificada ante el hecho de mostrarme tan íntimamente. El tiempo entre el post inicial y el que ahora estoy escribiendo lo demuestran.

Me pregunté: a quien le interesaría conocerme de manera tan profunda así, sin más, sin ni siquiera una buena copa de vino en mi mullido sofá?

Y además, por qué quiero que me conozcan tanto?

De repente me acordé del poema de Mario Benedetti (al que adoro) “Táctica y Estrategia” y que reza en un fragmento:

 

(…) mi táctica es

ser franco

y saber que sos franca

y que no nos vendamos

simulacros

para que entre los dos

no haya telón

ni abismos.

 

Entonces lo he comprendido: quiero que en mi vida todo sea verdad. Y no siento miedo de mostrar(me) porque hacerlo es compartirme y para vivir de verdad, con consciencia, es imprescindible la generosidad de compartirnos, entre otros valores.

Con mis amigos, en mi trabajo, mi amor, con mi compañero de vida. Para la alegría y para la tristeza, pero que todo sea verdad.

Porque la verdad me da libertad. La bellísima libertad de escoger lo quiero y cómo lo quiero hacer. Es aire limpio de primavera, fresco…

Con esto no me refiero a que renuncie a mi jardín privado, Mon paradis perdu, pero sí busco que todo en mi vida esté alineado entre lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago.

 

También tengo que mencionar que todo lado luminoso conlleva uno oscuro (la vida funciona así) y es que al estar expuesto pueden suceder situaciones que nos lastimen.

 

El maestro Thích Nhất Hạnh, hablando sobre la compasión, nos lo dijo en la conferencia que ofreció en Barcelona: “Las persona que lastiman, son ellas mismas su primera víctima porque sufre las consecuencias de su propio dolor. Nosotros somos las siguientes, pero nuestra compasión debe de estar enfocada en comprender que el dolor nace de ellas y en nosotros es sólo su proyección.”

 

Cuando trabajo el Personal Branding con mis clientes y partimos de la identificación de los valores esenciales de vida, de SUS VIDAS, esta parte del proceso se ralentiza mucho. Quien soy yo realmente? Es lo mismo valores que ética? Y lo mismo que moral? La resistencia es total al mirar hacia adentro de nosotros mismos por miedo a que no nos guste lo que nos encontremos en nuestro corazón; nada más lejos de la realidad porque todo lo que sucede en el corazón es amor y aquí no hay equivocación posible, pero estamos tan acostumbrados a mentirnos a nosotros mismos que ya no sabemos quienes somos realmente. Nos vendemos mentiras con discursos baratos, mentiras consumistas, mentiras que se vuelven neurosis y las personas gastan toda su energía en vestirlas de brillante reputación, pero ¿qué es la reputación sin un fondo de valores personales reconocidos, nutridos y amados?

 

Todos nosotros tenemos algo mágico y es la “unicidad”. Aquello que nos hace diferente del resto de la humanidad y que de amarnos profundamente nos convierte en aquello que soñamos ser.

 

Les recomiendo que vean el film “Les garçons et Guillaume, à table” de Guillaume Gallienne

(http://www.filmaffinity.com/es/film150067.html)

https://www.youtube.com/watch?v=LdfFOD11Rzo

¡Todo un canto a la unicidad de cada mujer! Para mi, el descubrimiento fue más universal.

 

Caminando por el Borne hace algún tiempo, vi este pequeño corazón de cerámica puesto en la pared de una calle escondida​. Me quedé ​fascinada de que alguien "anónimo" nos regalase tan generosamente este bello momento para observarlo. Tomé una foto y continué con mi destino. Cuando regresé, otra persona había intentado llevárselo​ y lo rompió. Sólo quedó un recuerdo pequeñito pegado a la pared. Me dio mucha tristeza por ésta persona.​.. no sabía reconocer el amor.

Caminando por el Borne hace algún tiempo, vi este pequeño corazón de cerámica puesto en la pared de una calle escondida​.
Me quedé ​fascinada de que alguien “anónimo” nos regalase tan generosamente este bello momento para observarlo.
Tomé una foto y continué con mi destino.
Cuando regresé, otra persona había intentado llevárselo​ y lo rompió. Sólo quedó un recuerdo pequeñito pegado a la pared.
Me dio mucha tristeza por ésta persona.​.. no sabía reconocer el amor.

Siempre he pensado que la muerte comporta algo emocionante (muy personalmente enfocado) porque creo que por fin me enteraré de cómo funciona realmente el universo, todos los que en él habitamos… sus misterios… pero últimamente voy descubriendo que me parece más emocionante mirar dentro de mí y descubrirme.

Así de contundente.

Un acto tan sencillo como observar mis emociones en plena efervescencia o en la paz, estar presente en una conversación y cada vez más sentir la necesidad de escuchar, de reflexionar y no decir, realmente me hace sentir viva.

Por supuesto que sé de dónde me viene esta secuencia de visión de vida: estudié 14 años en un colegio católico y salí de allí budista. Pasé de creer que en esta vida teníamos que vivir en crucifixión (la culpa, la no asertividad, el miedo a Ser) a descubrir la gratitud en todo y más en la pérdida, sea cual sea su procedencia. También dejé de creer en ídolos y confiar más en mi Ser superior.

Ahora es cuando comienza realmente mi viaje por la vida. Llevo una brújula que señala en sus cardinales el humor, el amor, la coherencia y otro que va cambiando según la atmósfera, además de un talismán.

Bienvenidos al viaje de Penélope (Ulises se quedó en casa tejiendo).