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Ayer asistí a una exposición en la que se encontraba la obra “La Abundancia” de Brueghel el Joven y sorprendentemente me sucedió que, a pesar de que no es la primera vez que la puedo apreciar personalmente, sí en cambio surgió desde muy adentro de mí un espontáneo auto reconocimiento: yo también tengo 6 pechos y los disfruto a más no poder.

Fue mi feminidad la que me habló en ese momento, la escuché con voz suave, sexy y fuerte al mismo tiempo y me quedé sorprendida de descubrir como me hablé a mí misma. He llegado ya al punto en el que me hablo con amor, llevo la seducción en la mirada y realmente me gusta.

Pero he de agradecer también que para llegar a esto, debo mucho a mis años como amazona, que han sido todo lo contrario de este sensual estado actual.

Según la mitología, las amazonas se mutilaban el pecho derecho para usar perfectamente el arco y la flecha y sí, lo admito… he necesitado esta actitud y fuerza para lograr mi espacio, para defender mis ideas, mis sentimientos. El problema que he encontrado es que en muchas ocasiones he bailado sobre la línea de la neurosis y no ha sido nutritivo para mi alma. Por ello sentía un vacío latente, porque yo me hacía falta a mí misma y no me había dado cuenta de que me había auto-mutilado con la espada del supra-feminismo.

Ahora camino con ojos curiosos y que saben escuchar conversaciones sin palabras, por fin me reconozco representada en mis 6 pechos. Pechos de emociones aceptadas, pechos de pensamientos cultos, reflexivos, sabios, pechos de creatividad, pechos de placer sexual, pechos divertidos, pechos de amor… Soy la abundancia hecha mujer.

Mi conciencia me sigue aportando voluptuosidades. Ahora siento el pecho de la libertad y decidir desde ella es lo mejor de mis maravillosos 40’s. Ya no estoy sujeta (nunca mejor dicho) a incoherencias conscientes. Esas incoherencias de las que tu boca dice algo diferente a lo que piensas o haces lo que no quieres o lo que es peor… aceptas lo inaceptable. Con todo ello se creó un esqueleto de frustraciones que me sostuvo hasta hace algunos años. Sé exactamente el día en que me sucedió pero, si bien es verdad que ha sido uno de los días más tristes de mi vida por la ruptura que lo causó, también es verdad que ese día lo viví como un “auto-alumbramiento”. No pertenezco a la cultura de los “neo…” ni de los “…ismos”. Sencillamente soy yo con mis 6 bellos, sensuales y aromáticos pechos nutridos de vida.

Los 6 pechos.

“La Abundancia” de Brueghel el Joven.

Reconozco que después de escribir mi primer post me quedé petrificada ante el hecho de mostrarme tan íntimamente. El tiempo entre el post inicial y el que ahora estoy escribiendo lo demuestran.

Me pregunté: a quien le interesaría conocerme de manera tan profunda así, sin más, sin ni siquiera una buena copa de vino en mi mullido sofá?

Y además, por qué quiero que me conozcan tanto?

De repente me acordé del poema de Mario Benedetti (al que adoro) “Táctica y Estrategia” y que reza en un fragmento:

 

(…) mi táctica es

ser franco

y saber que sos franca

y que no nos vendamos

simulacros

para que entre los dos

no haya telón

ni abismos.

 

Entonces lo he comprendido: quiero que en mi vida todo sea verdad. Y no siento miedo de mostrar(me) porque hacerlo es compartirme y para vivir de verdad, con consciencia, es imprescindible la generosidad de compartirnos, entre otros valores.

Con mis amigos, en mi trabajo, mi amor, con mi compañero de vida. Para la alegría y para la tristeza, pero que todo sea verdad.

Porque la verdad me da libertad. La bellísima libertad de escoger lo quiero y cómo lo quiero hacer. Es aire limpio de primavera, fresco…

Con esto no me refiero a que renuncie a mi jardín privado, Mon paradis perdu, pero sí busco que todo en mi vida esté alineado entre lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago.

 

También tengo que mencionar que todo lado luminoso conlleva uno oscuro (la vida funciona así) y es que al estar expuesto pueden suceder situaciones que nos lastimen.

 

El maestro Thích Nhất Hạnh, hablando sobre la compasión, nos lo dijo en la conferencia que ofreció en Barcelona: “Las persona que lastiman, son ellas mismas su primera víctima porque sufre las consecuencias de su propio dolor. Nosotros somos las siguientes, pero nuestra compasión debe de estar enfocada en comprender que el dolor nace de ellas y en nosotros es sólo su proyección.”

 

Cuando trabajo el Personal Branding con mis clientes y partimos de la identificación de los valores esenciales de vida, de SUS VIDAS, esta parte del proceso se ralentiza mucho. Quien soy yo realmente? Es lo mismo valores que ética? Y lo mismo que moral? La resistencia es total al mirar hacia adentro de nosotros mismos por miedo a que no nos guste lo que nos encontremos en nuestro corazón; nada más lejos de la realidad porque todo lo que sucede en el corazón es amor y aquí no hay equivocación posible, pero estamos tan acostumbrados a mentirnos a nosotros mismos que ya no sabemos quienes somos realmente. Nos vendemos mentiras con discursos baratos, mentiras consumistas, mentiras que se vuelven neurosis y las personas gastan toda su energía en vestirlas de brillante reputación, pero ¿qué es la reputación sin un fondo de valores personales reconocidos, nutridos y amados?

 

Todos nosotros tenemos algo mágico y es la “unicidad”. Aquello que nos hace diferente del resto de la humanidad y que de amarnos profundamente nos convierte en aquello que soñamos ser.

 

Les recomiendo que vean el film “Les garçons et Guillaume, à table” de Guillaume Gallienne

(http://www.filmaffinity.com/es/film150067.html)

https://www.youtube.com/watch?v=LdfFOD11Rzo

¡Todo un canto a la unicidad de cada mujer! Para mi, el descubrimiento fue más universal.

 

Caminando por el Borne hace algún tiempo, vi este pequeño corazón de cerámica puesto en la pared de una calle escondida​. Me quedé ​fascinada de que alguien "anónimo" nos regalase tan generosamente este bello momento para observarlo. Tomé una foto y continué con mi destino. Cuando regresé, otra persona había intentado llevárselo​ y lo rompió. Sólo quedó un recuerdo pequeñito pegado a la pared. Me dio mucha tristeza por ésta persona.​.. no sabía reconocer el amor.

Caminando por el Borne hace algún tiempo, vi este pequeño corazón de cerámica puesto en la pared de una calle escondida​.
Me quedé ​fascinada de que alguien “anónimo” nos regalase tan generosamente este bello momento para observarlo.
Tomé una foto y continué con mi destino.
Cuando regresé, otra persona había intentado llevárselo​ y lo rompió. Sólo quedó un recuerdo pequeñito pegado a la pared.
Me dio mucha tristeza por ésta persona.​.. no sabía reconocer el amor.